Imagina que una tarde de estas, cualquiera, la que prefieras, vuelves de donde sea y entras a la habitación de buena iluminación, sí, esa, la que tiene un techo alto y paredes blancas, te dispones a sacar todos los muebles que tengas, todo, sin excepción, al ojo, sacas el cálculo de cuál es la mitad, el centro de todo, te sientas de piernas cruzadas, te pones los auriculares, cerras los ojos y le das play:
Un redoblante marcado, guitarra con distorsión regulada y un xilófono… “No es tan así, no creo… ya no es amor, son celos… la ventana se va abriendo, deja entrar la luz”
Y despegas.
Ciencias Naturales: un simple presentado el 12 de marzo que consta de 3 track de los mendocinos “Mi amigo invencible” que es, a mis oídos, un pasaje de ida sin retorno al nirvana.
“Es que además de decir que no, ya no quiero pedir perdón, ya pasé por ese lugar, no quisiera volver a entrar…”
Podes repetir las 3 canciones del disco una y otra vez y cada vez seguís subiendo más y más las escaleras, lamentando que no dure más, que no haya más letras, la poesía pura de Mariano di Cesare y Mariano Castro quienes estuvieron juntos en la composición de los temas: Colmillos, Temblor y Piñas, este último track que podría fácil ser el soundtrack de la cotidianidad moderna.
“Este verano me replanteé un montón de cosas, hice todo lo que hay que hacer y que mierda voy a hacer, con eso…”
Hablamos de postpunk quizás, hablamos de la armonía del sublime caos, es en principio, canciones dolorosas, resignadas, que flotan sobre la órbita de una esperanzadora progresión armónica, es respirar profundo mientras despedís el llanto frente a la pared blanca de la habitación vacía, sí, esa, la que en principio seleccionamos.
“Ando tirando, 1, 2, 3 piñas al cielo…”
Te levantas, sacudís tus piernas y abrís los ojos a tiempo de blancas…
“Este verano, me replanteé un montón de cosas”.
¿Cómo te sentís ahora?
Por: Gabriel Garcia.