Sin dudas ésta es la película más esperada y ubicada bajo la lupa, actualmente dentro del género. Por ser una nueva adaptación del famoso libro que publicó el grandísimo Stephen King en 1986, por estar dirigida por un argentino (Andrés Muschetti), y por la expectativa que genera, ya que la primer y única película que se había hecho en adaptación al libro, fue muy famosa y se la puso en un especie de “pedestal”. A partir de esto, nos empezamos a preguntar si la nueva película, estará a la altura de las circunstancias.
La historia ya todos, inevitablemente la conocemos. Hayamos o no visto la película. It (“Eso”) cuenta la historia del pueblo de Derry. Corren los años 80. Ahí vive una banda de siete niños más conocidos como los perdedores de la escuela. Sus únicos problemas eran cómo enfrentarse a los matones de la escuela que les hacían la vida imposible, y qué hacer durante el verano que comienza, hasta que todo eso queda en segundo plano por una oleada de extrañas desapariciones que comienza a correr por el pueblo, que provocan pánico y terror entre sus habitantes. Los niños se unen y emprenden una investigación en la que deciden buscar a los desaparecidos, y descubren la existencia de una entidad maligna que cada cierta cantidad de años, ataca a los niños del pueblo y se los come. Se trata de un sádico y monstruoso payaso llamado Pennywise.
Andy Muschetti logra una obra excelente desde el vamos, hasta la salida de la sala. Construye un mundo y un clima que hacen encajar las piezas perfectamente por todos lados.
La película está minada de referencias al cine ochentoso y no solo por el hecho de que es ésta en la época en la que se desarrolla. “Los perdedores” son una banda de niños que nos recuerdan a grupos de amigos de películas como Los Goonies, Stand by me o Stranger Things (sin ir mas lejos, uno de los personajes con más relevancia, es Finn Wolfhard, quien interpretó a Mike en Stranger Things). El espíritu de grupo, los miedos que caracterizan a los personajes y las bicicletas, indiscutiblemente nos trasladan de inmediato a las películas de los 80’.
La línea actoral no podría estar mejor. Tiene lo justo y necesario de cada uno de sus personajes. Todos están bien arraigados a las características que los describen, y las ejecutan de manera excelente sin hacernos dudar ni un segundo de la verosimilitud del relato. Cada uno está compuesto de manera diferente y particular, con un miedo o terror que los atormenta, que el payaso Pennywise utilizará a su favor.
El grupo de los niños está compuesto por: Bill Denbrough (Jaeden Lieberher) a la cabeza, quien es hermano de Georgie, primer niño que desaparece en Derry, y por quien inician su viaje de investigación terrorífico. Richie (interpretado por Finn Wolfhard, nuestro icónico niño Stranger Things) que no sólo destaca por su carisma y estilo particular, sino que actúa efectivamente como alivio cómico para todas las escenas escalofriantes de la película. Beberly (Sophia Lillis) es el personaje comodín, la única mujer del grupo y quizá el personaje más valiente, quien también será vital para narrar la historia paralela que deja ver la película: el amor en la niñez. Luego tenemos cuatro personajes más dentro del grupo, que serán los que menos participación tengan en cuanto a líneas de diálogo y relevancia para hacer avanzar el relato: Eddie (Jack Dylan Grazer), Stanley (Wyatt Oleff), Ben (Jeremy Ray Taylor) y Mike (Chosen Jacobs).
El payaso, protagonista por el que lleva el nombre la película, merece un párrafo aparte. Interpretado por el actor sueco Bill Skarsgård quien demuestra no sólo estar a la altura de lo que se espera, sino superar las expectativas del espectador promedio. Luego de tanta parodia sobre la película original, que se gestó en todos estos años con el auge de internet, temía un poco que este personaje y mismo, la historia, cayera en el pozo de lo bizarro y termine siendo una película insalvable. Para nuestra suerte, el director logra airosamente que esto no suceda bajo ningún aspecto. Pennywise es aterrador en todo sentido. Está físicamente caracterizado para producir un susto inmediato con esa boca sonriente bastante perturbadora, y unos ojos que no se pueden observar sin agarrarse fuerte de la butaca del cine, además de los movimientos inconcebibles desde la física, que posee este monstruo. Lo más curioso, es que al idear este personaje, no se lo plantea como un “villano terrorífico” que sólo busca matar. No. Sino muchas escenas no tendrían gracia alguna, ya que encontraría a los personajes, los mataría y listo: no hay película. En cambio se le da una vuelta de tuerca a las tramas de terror cliché que acostumbramos a ver: el payaso de las alcantarillas busca asustar, de las peores maneras. Y lo logra completamente. A los personajes, y a nosotros.
Es una película que no te deja descanso ni respiro, brinda una sensación de adrenalina difícilmente explicable con palabras. Desde la trama que elige seguir y también desde el montaje que se confeccionó para el producto final. Un montaje en el que no hay ni una escena de más, ni de menos, todas correctamente ideadas y ordenadas. Con un ritmo exhaustivo del que no se puede salir, que te sumerge en una procesión asfixiante de escenas aterradoras, protagonizadas por el payaso o por los “bravucones” de la escuela, en las que te podes encontrar desde un baño inundado de sangre, hasta una habitación trabada que en su interior solo tiene payasos. Los únicos (pocos) segundos en los que el filme te permite respirar un poco de tanto susto seguido, están repletos de chistes a modo de alivio cómico (generalmente llevados a cabo por Richie, como ya mencioné antes). Acompañada por una banda sonora excelentemente diseñada, la película y el clima que sea crea, cierra por todos lados y se sostiene así misma, e incluso se supera elegantemente como adaptación.
Por: Mury Cerosimo.