Foro x Zackery Michael
Después de más de cuatro años y en el marco de una expectativa abrazada a las estrellas, los Arctic Monkeys lanzaron su sexto disco. El título, Tranquility Base Hotel & Casino, es una alusión directa al nombre de la base espacial protagonista de la llegada del hombre a la luna, hace casi medio siglo.
La palabra griega άλλος (allós) hace referencia a lo otro, lo extraño, lo que se desdobla y no se reconoce a sí mismo. De este término se translitera al latín alienigĕna, que designa todo aquello “engendrado en otra tierra”. No es casualidad que esta sensación de lejanía y extrañamiento sea homologable al paisaje que delinea el disco. Casualmente, Tranquility Base… crea un doble distanciamiento.
Por un lado, a este nuevo proyecto musical parecería serle indiferente la paleta sónica consolidada en los trabajos anteriores de la banda: Alex decide componer en su piano Steinway y Matt se dedica a experimentar con sintetizadores, alejándose un rato de la batería. Nuestros oídos educados por la fuerza tempestiva de Brianstorm y R U Mine ahora se enfrentan a la melancolía de grooves propios de artistas como Nina Simone, Leonard Cohen y Nino Rota. El cambio radical de la cadencia genera un efecto de extrañamiento poco disimulable: entre canción y canción no se presentan grandes variaciones de ritmo y a veces parecería que el álbum es una pila de troncos con los que es imposible hacer fuego.
Por otra parte, la esencia de Tranquility Base… refleja la curiosidad del cantante de los Arctic Monkeys por un futuro imponderable y apocalíptico. Más específicamente, en Star Treatment se hace referencia a 1984, la novela de Orwell que expresa la idea de un futuro distópico en el que la humanidad es oprimida por un gobierno que monopoliza la tecnología y los medios de comunicación. Esta distancia abismal entre la nostalgia y la inquietud por lo que nos depara el universo se hace cuerpo a lo largo de once canciones en las que las metáforas del front-man hacen parecer leve lo siniestro.
Con esa vibración de los años ‘70 que evocan algunas canciones de The Last Shadow Puppets, este disco encuentra su comodidad óptima en los minutos nocturnos que se dilatan en la espera de un colectivo que no aparece en el horizonte, en palabras de balcón que patinan en lúpulo, en el paseo de una boca caliente por nuestra piel congelada. El placer terrenal que se combina con el impulso por descifrar los misterios del cosmos crea una atmósfera delirante y absorbente. Tranquility Base Hotel & Casino no tiene nada que temerle al olvido.
Por: Milena Todaro.